La Virtud: el equilibrio entre el exceso y el defecto.
Hace tiempo que los hombres hemos abandonado conceptos que se nos han quedado “carcas”: honor, dignidad, virtud, moral, elegancia o caballerosidad. Hoy te hablo de La Virtud.
Un poco de filosofía: La virtud en Aristóteles
Aristóteles, uno de los filósofos más influyentes de la antigüedad, puso la virtud en el centro de su teoría ética, conocida como la ética de la virtud. Para él, las virtudes son rasgos del carácter que son deseables para un individuo y que contribuyen a una buena vida, un concepto que Aristóteles llamó "eudaimonia" (a menudo traducido como "felicidad").
Aristóteles clasificó las virtudes en dos categorías: virtudes intelectuales y virtudes morales.
Las virtudes intelectuales se adquieren mediante la enseñanza.
Las virtudes morales, por otro lado, se adquieren mediante la práctica y la repetición. Algunas de estas virtudes morales incluyen la valentía, la templanza, la magnanimidad, y la justicia, entre otras. Cada una de estas virtudes representa un término medio, un equilibrio entre los extremos del exceso y la deficiencia. Por ejemplo, la valentía es un término medio entre la cobardía (deficiencia) y la temeridad (exceso).
El hombre virtuoso para Aristóteles, por lo tanto, es aquel que practica estas virtudes, tanto intelectuales como morales, y a través de ellas logra una vida de eudaimonia.
La verdadera felicidad consiste en hacer el bien.
LIFESTYLE
El Arte de Conversar
El arte de la conversación es una habilidad crucial para el hombre eminente de hoy. Sea en tus relaciones personales o en tu trabajo, entablar conversaciones es un arte. La buena conversación es mucho más que el mero intercambio de palabras; es una danza delicada que requiere empatía, astucia y, sobre todo, autenticidad. Dale Carnegie fue uno de los pioneros modernos en abordar el tema, pero la oratoria y la retórica ya se consideraban básicas en la educación ciudadana de griegos y romanos .
3 activos valiosos para ser el mejor conversador
El elogio, un activo valioso y olvidado
Una conversación inolvidable puede comenzar con algo tan simple como un elogio sincero. ¿Cuando fue la última vez que elogiaste algo del otro? Una camisa elegante, unos náuticos bien escogidos, el cambio de peinado de ella. Hablar bien de alguien es, sin duda, un paso genuino, agradable y muy relevante de cara a entablar una conversación.
La escucha activa. Todos quieren ser escuchados
Es importante ser un buen oyente, demostrar interés genuino por lo que la otra persona está diciendo y hacer preguntas abiertas que fomenten un diálogo más profundo. Y cuando hablamos de “interés genuino” hablamos de, literalmente, forzar nuestra atención en el otro, en su postura, en lo que dice, en no interrumpir hasta que termine y razonar las preguntas antes de hacerlas.
Con la práctica te darás cuenta de que las personas, en su basta mayoría, desean sentirse escuchadas porque, normalmente, no hay quien lo haga. Cuando dos personas que quieren sentirse atendidas se juntan suelen acabar por no atenderse la una a la otra, en su tira y afloja por imponer sus necesidades a las del otro.
No existe mayor sabiduría compartida que la de Jesús de Nazaret: ama a tu prójimo como a ti mismo.
Trata al otro como si tuviera algo que enseñarte
El entusiasmo respecto a lo que la otra persona tiene que decirte es el mayor motor de la conversación. Y no se trata de sobreactuar, sino de responder asertivamente a lo que el otro cuenta. Imagina que tu estás hablando de un tema que te apasiona. Lo más probable es que, al principio, hables con prudencia, juzgando si al otro le interesa. Ante esto, pueden suceder dos escenarios:
El otro muestra una actitud favorable, de interés y participa de la conversación. Tú te animas y ambos acabáis manteniendo una larga y animada charla.
En el segundo escenario, su actitud denota desinterés, tu te acobardas y la inseguridad hace que no tengas ganas de continuar hablando. Incluso la pasión en tu voz de diluye, aunque disfrutas como nadie de ese tópico.
En ambos escenarios, la actitud del oyente es clave. Incluso si el tema no es de tu interés, hacer preguntas inteligentes, afirmar con la cabeza o animar al otro cuando desista son ganchos increíbles para mantener la imagen de ser un magnífico oyente.
Recuerda, todo es un juego de percepción. De cómo tú te muestras ante el otro.
Toma nota de estos tres puntos clave para mejorar tu arte de la conversación:
Elogia al otro
Escucha activa y preguntas inteligentes
Trata al otro como si tuviera algo que enseñarte
Recordando estos puntos, serás capaz de entablar y mantener conversaciones significativas, haciendo honor a tu título de 'El Hombre Eminente'.
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