¿Tiene sentido ser católico hoy día?
El progreso logró plantar la semilla de un ateísmo o, como mínimo, un agnosticismo que ha crecido con los años. Por eso, a día de hoy, ¿tiene sentido ser católico? Te lo cuento:
Tus valores son cristianos y no lo sabías.
Occidente ha nacido bajo unos valores judeocristianos. Gracias a ellos, el desarrollo de estas naciones se ampararon a los antecesores de los derechos humanos: libertad, igualdad y caridad. Ideas que los filósofos cristianos fueron deduciendo de la narrativa bíblica, especialmente del Nuevo Testamento, donde la figura de Cristo servía de guía bajo un principio fundamental:
Ama a tu prójimo como a ti mismo.
El amor al prójimo es universal: los esclavos eran hombres y mujeres, creados a imagen y semejanza de Dios y de nosotros, por tanto no podían ser tratados con discriminación. Lo mismo ocurría con los nativos americanos, que se convirtieron en súbditos y, por tanto, ciudadanos de la corona española. Miembros de pleno derecho y que no podían recibir trato desigual. Ya en 1512 con las Leyes de Burgos se abolió la esclavitud de los indios, siendo nación pionera en el mundo entero.
El cristianismo implantó unos valores que lograron convencer al mundo de que cuidar del necesitado, ser libres como Dios nos hizo libres y un trato de igualdad ante otros seres humanos hicieron de Europa la punta de lanza del progreso civilizatorio a todos los niveles: jurisprudencia, economía, educación, tecnología, filosofía.
Sin embargo, varios acontecimientos pusieron en duda estos principios y ahora, una Europa decadente los toma como panfleto del conservadurismo, tradiciones sin sentido, miedos de abuela analfabeta que acude a la iglesia en busca de consuelo ante la amenaza de un castigo eterno. ¿Por qué ser cristiano hoy?
Comenzamos.
Libertad, Igualdad y fraternidad Caridad
La libertad
La izquierda cultural cometió un error al definirse como descubridora de la libertad. Ciertos filósofos, quizás por falta de lectura, se autoproclamaron como “libres” por decidir terminar con la moral cristiana, considerándola propia de retrógrados anti progreso. Hablamos de los Posmodernos, los mismos que dijeron “NO HAY VERDAD”, imponiendo esto como verdad fundamental. Los pobres, tampoco se dieron cuenta de esto último.
Lo cierto es que la idea de libertad ha cambiado de significado a lo largo de la historia, pero la mayoría la identifican con el libre albedrío. Y esto es un error.
Para ser libre, debes ser responsable, es decir, asumir las consecuencias de tus actos. Actuar como católico implica actuar siendo consciente de que tienes unas capacidades (de hacer, decir, pensar y actuar) pero que, una vez las utilizas, debes asumir las consecuencias de su uso. Si decides hablar, debes responsabilizarte de lo que hablas. La libertad debe ir orientada siempre hacia aquello que realmente te hace libre para seguir actuando. Si golpeas a alguien, posiblemente dejes de ser libre para actuar porque el otro quiera responder golpeándote. ¿Entiendes?
La libertad de ser católico también está basada en el Bien al otro. Si tu haces Bien a tu prójimo, tu libertad continúa y se expande, porque tu prójimo te hará Bien también y estará conforme con tu libertad.
El libre albedrío, por contra, está enfrentado a la libertad. Si haces lo que quieres sin responsabilizarte de las consecuencias, vives esclavo de esas consecuencias y de tus apetencias. Y terminarás, seguramente, en más de un conflicto, personal o con otros.
El católico percibe la libertad como un acto de responsabilidad. Y esto se ha integrado en nuestra sociedad occidental y en nuestras leyes. Pero con el paso de los años y esta muerte de la moral de la que hemos hablado en anteriores publicaciones, ha perdido su razón de ser. Ya nadie es libre, sino que vivimos esclavos del Zeitgeist, del espíritu de cada tiempo. Algo está bien o mal en función del otro y, como según con quién te encuentres, el otro es distinto, nunca sabrás como ser libre, vivirás esclavo de las circunstancias.
El catolicismo hace que la libertad sea la misma para todos: aquello que hace bien al otro y a ti te hace libre. O dicho de otra manera: La Verdad os hará libres. Y, ¿qué es Verdad? Aquello que no cambia. Y, ¿qué no cambia? Dios, o, a efectos sociales, la idea de filtrar toda decisión, pensamiento y acción por el filtro del Amor. Y, ¿qué es amor? Amor es dar la vida por el otro. Eso te hace libre.
Solo así es imposible equivocarse. Siendo auténticamente libre.
Igualdad
La igualdad responde al valor de la libertad. El católico no debe entender de diferencias, sino de un principio compartido por todo ser humano independientemente de cualquier condición. No importa su raza, sexo, economía, procedencia, valores, condición mental, física o espiritual. Existe, es humano y es un igual. Esto dota automáticamente de libertad al otro ser humano, ya que participa del mismo derecho y de la misma consideración.
Me puede usted argumentar ahora que si las guerras de religión, la inquisición, el colonialismo… Mire, no pienso dar una clase de historia aquí, pues me extendería demasiado. Lo tocaré más adelante, pero si quiere, puede leerse “Imperiofobia” de María Elvira Roca Barea, donde explica como, precisamente los católicos, y particularmente los españoles, no tuvimos apenas culpa en todo ello, sino los protestantes, anglicanos y calvinistas. Igualmente, un católico formado y coherente con los valores católicos, no debe dispensar jamás un trato desigual a otro ser humano, independientemente de las circunstancias que lo rodean.
Todo ser humano es igual otro. No importa las circunstancias.
Este precepto cristiano está reflejado en todas las constituciones de países democráticos. Aunque con los años y, de nuevo, ante la intrusión de filosofías que niegan la Verdad, se ha desvirtuado, pasando a ser un mero artículo en un papel carente de valor. Pero para nosotros sigue siendo algo más, un principio fundamental del valor de la vida humana. Una garantía avalada no solo por lo divino, sino por nuestra propia existencia. El valor de Ser Humano.
Caridad
Ah. La caridad. Una palabra que muchos rehúyen. Veamos cómo definirla:
1. f. Actitud solidaria con el sufrimiento ajeno.
2. f. Limosna que se da o auxilio que se presta a los necesitados.
La Caridad es el tercer principio que, como vemos, se interconecta con los otros dos. Los tres principios son interdependientes, no tienen sentido sin el otro y, como argamasa que los une, el principio trascendente de amar al prójimo como a uno mismo. Cuando eres libre haces el Bien, practicas la caridad; cuando practicas la caridad, lo haces porque consideras al otro como un igual y le ofreces ayuda en lo que necesita; cuando ofreces ayuda lo haces libremente y porque lo consideras un igual. Y, en consecuencia, el necesitado, al ser ayudado, se convierte en un igual a ojos del resto y adquiere libertad, que antes no tenía, para poder ejercer la caridad y la igualdad. Es una filosofía sin fallas que, de ser practicada por todos, el mundo sería bien distinto.
El catolicismo propone una Verdad revelada por la Razón, que es una herramienta única y propia del Ser Humano. No se da en ningún otro ser existente. Bíblicamente se hace esa analogía con la creación: “Los hizo a su imagen y semejanza”. Y, no de manera casual, Miguel Ángel tuvo la inspiración de pintar a Dios en el fresco de la Capilla Sixtina con una forma similar a la de un cerebro. La Razón Absoluta, Trascendente e Ilimitada es Dios. Porque no hay nada más razonable que el Amor Incondicional. Es fácil seguir esta lógica.
Ser Católico a día de hoy tiene mucho sentido cuando se plantea de la siguiente manera, al menos para aquellos que no lo sean ya:
¿Quién se atreve a decir que cree en Dios?
Cómo católico me costó mucho tiempo llegar a esta conclusión y no fue sino de la mano de Jordan Peterson que llegué a ella. Creer en Dios me parecía algo completamente inconsciente:
¿Cómo creer en algo infinito en todas sus dimensiones, si solo la idea misma de infinito nos resulta completamente imposible?
Muchos dicen creer en Dios, pero yo, en mi limitación me veía incapaz. Y, si yo era incapaz, ¿cómo iban a ser capaces de creer los que no creían?
Del creer al actuar
Llegué a la conclusión de que la única manera de aproximar mi deseo de la existencia de Dios a mi vida era a través de la acción. Tengo pruebas de cómo los valores cristianos han cambiado mi vida y han definido el rumbo de la historia, veo que existen poderosas razones para presuponer la existencia de Dios, casualidades que no pueden llamarse tales. Pero me veía incapaz de creer, porque el creer presupone una coherencia, como hemos visto antes, con los valores que compartimos los cristianos.
Concluí que creer es increíblemente difícil. Hasta los santos tenían dudas y combatían. Pero llegaron al estatus de santo porque mostraban un comportamiento excelente, moralmente deseable. Todos deseaban estar cerca de ellos porque eran lo más cercano a la perfección divina en la realidad humana. Actuaban como según la voluntad de Dios.
Mi conclusión es que en los días que corren, ciertamente es una misión imposible creer en Dios. Pero vivo y actúo como si Dios existiera mientras camino buscando mi Fe. Porque unos valores tan perfectos e infalibles deben venir de algo perfecto. Y ese algo debe ser Dios.
Lecturas para entender mejor el cristianismo
1. “Confesiones” de San Agustín
Lo tenéis en ebook gratuito en el link. En esta obra autobiográfica, San Agustín narra su evolución personal, su búsqueda de la verdad y su conversión al cristianismo. A través de su reflexión profunda sobre su propio viaje, Agustín examina temas universales como el pecado, la gracia y la relación del individuo con Dios. "Confesiones" es una de las primeras autobiografías en la historia occidental, y su enfoque en la introspección y la exploración personal del pecado y la redención ha tenido una influencia duradera en la teología cristiana y la literatura occidental.
2. “Suma Teológica” de Santo Tomás de Aquino
También en versión digital. Esta obra monumental es un compendio de la enseñanza teológica y filosófica de la Iglesia Católica en el siglo XIII. Santo Tomás de Aquino intenta reconciliar la filosofía aristotélica con los principios del cristianismo, creando así un marco teológico que ha influenciado profundamente al cristianismo occidental. La "Suma Teológica" ofrece una síntesis de la filosofía y la teología cristiana, y establece una serie de pruebas racionales para la existencia de Dios. Ha servido como un texto central en la enseñanza teológica de la Iglesia Católica y continúa siendo influyente en la filosofía y la teología contemporánea.
3. “Entre naturalismo y religión” de Jurgen Habermas
Habermas, uno de los filósofos más prominentes del siglo XX, ha destacado la importancia de las tradiciones judeocristianas en la formación de los valores y normas de las sociedades occidentales. En este libro, Habermas explora la tensión entre el pensamiento secular y las tradiciones religiosas, intentando encontrar un terreno común y resaltando las contribuciones positivas del cristianismo en la formación de una moral pública.
"Entre naturalismo y religión" muestra una perspectiva equilibrada y reflexiva sobre el papel del cristianismo en la construcción de la modernidad occidental, proveniente de un filósofo que, aunque no es religioso, valora las aportaciones históricas y morales del cristianismo.
Espero hayan disfrutado de esta entrega. Ha sido un poco más extensa y, quizá, más reflexiva que otras, pero necesaria para profundizar sobre aspectos esenciales de nuestro día a día.
Estoy planteando seriamente abrir un podcast para trasladar esto a un plano más ameno y menos exigente desde el punto de vista del tiempo que requiere. Si están de acuerdo, háganmelo saber por instagram o escribiendo al correo: jsgilberte@gmail.com. Así como si quieren que hable de algún tema particular.